Con la finalización año comienzan las despedidas del trabajo, se intensifican las reuniones con amigos y se incrementa el estrés por el cierre de proyectos, de estudios o actividades pendientes. Si dejar de lado, que aumenta la necesidad de acomodar la casa, dejar impecable el patio para el verano o renovar el jardín.
Todas estas actividades, que se imponen casi naturalmente, generan cierto agotamiento mental y hasta físico por hacerlo todo antes del 31 de diciembre.
Planteando este consejo, en diálogo con Diario Río Uruguay, Mendoza reconoció que el estrés y las emociones fuertes son “un tema del que generalmente hablamos cuando llega fin de año”. Sin embargo, aseguró que “a la salud mental hay que cuidarla todo el año", por lo que "no es necesario llegar a estas fechas para hablar de esto”.
Desde su punto de vista, “el tema de fin de año impone a muchas personas la necesidad de evaluar si consiguió eso que se propuso al comienzo", lo cual no tiene nada de malo "porque generalmente cuando hablamos de vida, hablamos de proyecto”.
Intensidad
Por otro lado, el profesional comentó que “es fundamental entender también que uno no juega con la misma intensidad los últimos minutos del partido. Más allá del cansancio físico, porque también tiene que ver con lo psicológico. Imagínate llegar cansado y, al mismo tiempo, darte cuenta de que no pudiste cumplir con todas las metas que te propusiste”. Sin dudas, el panorama “se torna un poco más complicado”, agregó.
Además, mencionó que los días modernos traen consigo “toda esta maquinaria que hace que nosotros pensemos que las cosas se hacen ya. El deseo de lo más rápido posible”, que desemboca “en lo que se denomina estrés”. Es entonces cuando toma más relevancia “pensarlo desde ese lugar”, aseguró.
Elegir donde quiero estar
Por otra parte, teniendo en cuenta que con el final del año se acercan las despedidas, los encuentros, las reuniones familiares y distintos eventos, reconoció que “es horrible estar en un lugar donde uno no quiere estar”.
Teniendo esto en cuenta, aconsejó que “dentro de las posibilidades que uno tiene, lo fundamental es poder elegir” dónde se quiere estar. En cuanto a las obligaciones, comentó que “a veces tienen que ver con lo concreto y a veces con lo moral”, porque “si yo sé que determinadas personas están reunidas y yo puedo generar un espacio donde puedan sentirse mejor con mi presencia, podemos hacerlo, independientemente de que yo no me sienta tan cómo como ellos se puedan llegar a sentir”.
En otras palabras, explicó que “hay que encontrar el equilibrio y ahí tiene que ver con cada uno y lo que considera que debe hacer en la vida. Que quiero yo para mi vida y cómo estoy en esta vida. Si mi objetivo es ayudar al otro, lo intentaré hacer. Pero ayudar al otro también implica que yo esté bien, porque de lo contrario, no voy a poder ayudar”.
Las pérdidas y duelos
Por otro lado, Mendoza comentó que “cuando uno hace estos balances”, se incluyen “aquellas personas que ya no están”, por lo que “es como que te renueva el tema de los duelos”.
Sobre los duelos, el profesional consideró que “duelos hacemos todos los días”, porque “todos los días perdemos algo, pero obviamente no tienen la misma preponderancia que perder a un ser querido”.
Al respecto, explicó que “el duelo es en realidad un proceso normal que se da, no es una enfermedad. No es que la persona está enferma porque está sufriendo un duelo”. Por eso, en este tipo de condiciones, es necesario “acompañar, estar como uno quiera estar, como uno pueda”, ya sea “desde el teléfono, en ir a tomar un mate, salir a caminar, en estar con esa persona, poder hablar, poder compartir momentos. Eso es fundamental”.
Entre otras cosas, Mendoza destacó que “al no ser una enfermedad, el duelo es un proceso normal” que cuenta con “un comienzo, un desarrollo y un fin. Es por eso que es importante estar ahí y, en caso de que se complique, recomendar a un profesional para que nos de una mano en esa situación”.
Consejos para el “final” de una etapa
Por último, Mendoza se refirió a aquel mito de que con el final del año “se cierran puertas” y manifestó que “es algo relativo, más bien simbólico. Si yo estoy pensando que el 31 termina todo, pero también tengo pensado que me voy de vacaciones en enero, es como que al final hay una continuidad”.
Dicho esto, reiteró que “fundamentalmente, lo que nos tranquiliza es tener un proyecto, ya sea a corto, mediano o largo plazo”. Sumado a esto, aseguró que es necesario “tratar de vivir el presente, vivir hoy sin dejar de lado el mañana”. Desde su punto de vista, en estos tiempos “lo ideal es poder estar y estar con la gente que uno quiere estar, pero siempre replanteándose el proyecto de vida, porque justamente cuando no hay un proyecto, las cosas se complican”.
Finalmente, aconsejó “no prestar tanta atención al tema de las redes sociales, al tema de la inmediatez, de la rapidez y entender que hay cosas que llevan su tiempo, que tienen un proceso, a pesar de que nos digan que tenemos que hacer todo ya. Hay un autor que habla de la felicidad enlatada, pero en realidad no existe eso. Al tema de la felicidad lo tenemos que ir definiendo nosotros cada día”.
