

Este viernes, en el corazón de Concordia, la comunidad educativa y vecinos se reunieron en Plaza 25 de Mayo para conmemorar el Día Nacional de la Persona Sorda. La iniciativa, impulsada por la Escuela de Educación Integral N° 25 “María Ana Mac Cotter de Madrazzo”, incluyó una emotiva suelta de globos azules como símbolo de visibilidad y reconocimiento.
Su directora, Julieta Menoni, dialogó con Diario Río Uruguay y remarcó la importancia de la jornada: “Esta jornada es un derecho para que se continúe trabajando y derribando barreras, principalmente en la accesibilidad de la comunicación. La lengua de señas es la lengua natural de las personas sordas y en esta muestra que hoy estamos realizando lo que buscamos es justamente la visibilidad de esa lengua natural”.
Consultada sobre la vigencia de los derechos, Menoni señaló que aún quedan desafíos y “creemos que son derechos que, a partir de la ley aprobada en 2023, vamos derribando barreras, pero hay que continuar trabajando. Creemos en el poder de la educación, creemos que podemos acompañar a la comunidad sorda para que cada día sus derechos sean respetados y valorados como adquiridos”.

Derechos en Concordia
Actualmente, la Escuela N° 25 cuenta con una matrícula de 63 estudiantes. Menoni detalló que se trata de una institución integral que recibe tanto a niños y adolescentes sordos como a otros con diversas condiciones: “Trabajamos institucionalmente para que todos los actores podamos comunicarnos a través de la lengua de señas. Nos capacitamos y realizamos propuestas a través del bilingüismo: lengua de señas y español escrito”.
La jornada también sirvió para dar voz a los propios protagonistas. Daniela, referente lingüística, se expresó mediante su acompañante en lengua de señas y señaló las dificultades cotidianas: “Hay muchas barreras todavía, como por ejemplo que no hay intérprete en todos los lugares públicos. Necesitamos sí o sí intérpretes para poder valernos por nosotros mismos”.
“Es una lucha constante, pero todavía cuesta ese reconocimiento. Falta información y la barrera sigue existiendo, por ejemplo en el hospital. Yo soy una persona sorda adulta, necesito mi privacidad. Soy mamá y cuando llevo a mi hijo a una urgencia, ¿por qué tengo que depender de otra persona?” se pregunto.