Concordia

Un séptimo hijo varón de Concordia recibió el padrinazgo presidencial a los 52 años de edad

Si bien se trata de una conocida tradición en Argentina, el hecho llama la atención porque el padrinazgo llegó tras cinco décadas. Los detalles de las singular historia.

13 de Noviembre de 2025
El hombre de 52 años recibió una medalla y un diploma.

52 años después. De acuerdo con lo que se datalló a Diario Río Uruguay, un hombre llamado Ezequiel, ahora ahijado el presidente Javier Milei, nació en la ciudad de Concordia hace 52 años, pero hoy en día vive en la otra costa de la provincia, más precisamente en la ciudad de Crespo, luego de varios años viviendo en Chubut.

 

La historia fue contada a este medio por su hermano Rafael, que vive en la ciudad de Concordia y n ocultó su sorpresa porque el padrinazgo llega luego de tantos años.

 

Parte de los presentes recibidos por Ezequiel

Los motivos de la demora

 

Según el testimonio del hermano del ahijado presidencial, el padrinazgo de Ezequiel habría comenzado a gestionarse durante una de las presidencias de Carlos Saúl Menem. Sin embargo, fue reconocido durante la gestión de Javier Milei, en pleno 2025.

 

Pero ¿a qué se debe esto? De acuerdo con sus palabras, Juan Blanco, padre de ambos hermanos, se tomó su tiempo para iniciar el correspondiente trámite.

 

En el momento del nacimiento, Argentina estaba bajo el mandato de Alejandro Agustín Lanusse (1971 - 1973) y, años más tarde, tendría lugar el período de la Dictadura Militar (1976-1983). Con el advenimiento de la democracia estaba la esperanza de que un pronista regresara al poder, pero hubo que esperar hasta finde de la década del 80 para que Carlos Menem llegara a la presidencia, momento en el que se habría iniciado el correspondiente trámite oficial.

 

 

El origen de la tradición

 

Cabe recordar que esta costumbre tiene sus raíces en una antigua creencia popular que llegó a la Argentina con los inmigrantes. Según la leyenda, el séptimo hijo varón estaba destinado a convertirse en lobizón, por lo que, para romper esa maldición, se debía tener un padrino de alto rango o con poder espiritual (como un cura o una autoridad importante).

 

Con el paso del tiempo, esa costumbre popular se institucionalizó en el país y el primer presidente argentino en apadrinar oficialmente a un séptimo hijo fue Agustín P. Justo, en 1930. No obstante, la tradición se consolidó con Juan Domingo Perón en 1941 cuando ocupaba un cargo militar, que luego continuó desde la presidencia.

 

La tradición fue oficializada durante la presidencia de Arturo Frondizi, a través del Decreto N° 3798/1958 y, desde entonces, se trata como una distinción simbólica y honoraria, en la que el ahijado recibe una medalla de oro y un diploma del presidente.

La medalla enviada por presidencia a la ciudad de Crespo
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